domingo, 4 de mayo de 2025

UN VERDADERO MINISTERIO.


 

La Biblia nos presenta en 2 Reyes 4:8-37 a una mujer llamada "la sunamita", una mujer que, sin ser obligada o manipulada, decide honrar al profeta Eliseo ofreciéndole hospedaje y un lugar especial en su casa. No buscaba recompensa. No tenía segundas intenciones. Solo tenía un corazón generoso.

Eliseo, agradecido, desea bendecirla. Ella no pide nada. Pero Dios, que conoce lo profundo del corazón, le da lo que parecía imposible: un hijo. Más adelante, cuando ese hijo muere repentinamente, el mismo profeta vuelve y, por el poder de Dios, lo resucita.

En lo que quiero hacer énfasis es que Eliseo nunca pidió nada. Nunca aprovechó su autoridad espiritual para beneficiarse. La mujer prosperó, fue bendecida, recibió un milagro… pero el profeta no se llevó nada material de toda esa bendición.

¿Qué podemos aprender de esta historia?:

  • La generosidad sin interés mueve el corazón de Dios. La sunamita no dio esperando algo, pero Dios le dio más de lo que ella imaginaba.
  • El verdadero ministerio no tiene precio. Eliseo no mercantilizó la unción. No cobró por orar, por profetizar, ni por servir.
  • Dios honra la honra. Quien recibe a un profeta por cuanto es profeta, recompensa de profeta recibirá (Mateo 10:41).

 En tiempos donde a veces se distorsiona el ministerio y se transforma en plataforma para enriquecimiento personal, esta historia nos recuerda que el propósito del siervo de Dios no es enriquecerse con la fe de los demás, sino ser canal de bendición, sin esperar nada a cambio.

En síntesis: el profeta visito a la sunamita, ella prospero, pero él no se llevó nada de esa prosperidad.  Cuanta diferencia hay en estos tiempos con pseudos profetas y profetisas, cuenta le darán a Di-s.

                                                                                                                           Christian.(cdae)

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